Lo que queremos en nuestra vida es armonía con nuestro entorno, no lo hemos de convertir en nuestro carcelero.
Si creamos deseos, o expectativas, damos a otra persona el poder de amo y nos volvemos esclavos (es otro/a quién decide si me lo concede o no, y yo soy feliz o no en función de ello). Ese deseo se convierte en nuestro problema.
Muchas relaciones las estropeamos por crear expectativas.
Cuantos más amos creo en mi vida, menor calidad de vida tengo.
El mundo exterior no está en nuestras manos, hay que estar preparados para el cambio, para aceptarlo. Lo opuesto a la expectativa es la aceptación.
“Haz una buena acción y luego tírala al mar”. No la contabilices, no la etiquetes, no esperes nada por ello. Recordemos: Si creamos deseos, creamos amos. Al expresar deseos manifiestas tus debilidades; si permaneces libre, eres más fuerte.
“Cada uno de nosotros lleva unas gafas de diferente color y miramos el mundo a través de ellas” (Kant). Por ejemplo, la idea de la muerte el Tibet no genera sufrimiento. El patrón de belleza también es muy diferente de una cultura a otra.
Tenemos la idea de lo que es bueno o malo según nuestras gafas. Puede que tengamos que cuestionar las gafas que llevamos puestas.
Podemos observar nuestro lenguaje, qué palabras predominan: YO, MÍO, QUIERO, MÁS…
Junto con la palabra MÍO surge el sentimiento de posesión y de inseguridad (no queremos perderlo, creamos defensas y protecciones). Luego pensamos que podemos tener más, pero eso no resuelve el problema sino que lo aumenta. Nos metemos en la ESPIRAL de la DEPENDENCIA, y no me permite permanecer libre, me vuelvo esclavo.
Cuando no hay MÍO hay libertad, seguridad, paz, eres tu amo.
El uso de la palabra MÍO en cualquier cosa temporal es signo de ignorancia. No podemos llevarnos nada de este mundo, como mucho somos depositarios. Incluso el cuerpo no nos pertenece, no vamos a poder llevárnoslo cuando dejemos este mundo.
Hay una palabra que tiene el poder de liberarnos: INVITADO. Estamos aquí durante un tiempo, somos invitados en nuestro cuerpo, en este planeta.
En nuestro cerebro hay un neurotransmisor, la serotonina, asociado a la felicidad. Cuando hay depresión hay un bajo nivel de serotonina, y eso nos lleva a tener menor control, más enfados, más llanto…
Hay factores que afectan el nivel de serotonina: tabaco, café, chocolate, alcohol, drogas, comida, TV, música, ruido, gente, internet, ordenadores, sexo y pornografía, violencia. Somos una sociedad de adictos. Somos una sociedad con un bajo nivel de serotonina.
Debido a la prosperidad disponemos de muchas más cosas, otras son más fáciles de obtener o de hacer… pero eso nos genera problemas, nos lleva a más esclavitud.
Debemos ser observadores desapegados.
Cuando nos sentimos seguros, experimentamos paz, amor, claridad, bienaventuranza, alegría.
Se puede empezar reflexionando y meditando sobre ello unos minutos diarios, sintiéndonos un invitado en la vida.
Apuntes de la conferencia impartida por Prashant Kakode