jueves, 3 de octubre de 2013

Vida

La vida se compone de etapas, de ciclos, de períodos, de fases, de capítulos. Nuestra existencia está comprometida con un conjunto de círculos que se van abriendo y círculos que se van cerrando. Somos parte de un movimiento continuo que no cesa y no podemos mantenernos estáticos aunque lo queramos.

Todo evoluciona dentro de nosotros y fuera de nosotros. El universo cambia y se transforma. Las pieles se caen y crecen otras pieles. La flor nace y muere y nacen nuevas flores. Este es un proceso sin fin, una ley natural y es inútil intentar evadirla.


Cada cosa pasa, se va y las etapas del pasado ya fueron vividas. Entre nuestras manos crece el presente, las horas no esperan y hoy es otro día, otra historia. Los ciclos del ayer que se queden en el ayer, continuemos caminando hacia adelante, hacia los nuevos amaneceres, hacia las nuevas oportunidades.

A veces al merodear viejas esquinas y viejas memorias solo logramos salpicarnos de infelicidad y de un martirio de preguntas sin respuestas. Olvidemos lo que no se dijo, las promesas que no se cumplieron, los proyectos que no se realizaron. El pasado ya se fue y si nos vamos con el pues enloqueceremos o moriremos de desencanto.

En un rió no corren aguas idénticas. Devolvernos a lo que ya vivimos es imposible, porque ni somos los mismos, ni los escenarios son los mismos (ya no pertenecemos a ese contexto, a ese amor o a esa rutina) y al pretender regresar solo hallaremos desencuentros y soledades.

Cuidemos de nuestra paz mental aceptando la realidad. Mirando hacia adelante, dejando atrás los viejos ciclos y enfrentando cada nuevo con valor, entusiasmo y alegría.

Fuente: EPYA