En un instante somos concebidos, y es un instante maravilloso el milagro de abrir por vez primera los ojos y sentirnos vivos…
Crecer se aprende a cada instante y en ese proceso, se camina, se levanta y se cae, dándole sentido a cada paso y a lo que vivimos en cada uno de nuestros instantes…
Es un instante de triunfo y libertad los primeros pasos que se dan, son únicos y fugaces los instantes en que padres e hijos comparten y fortalecen sus lazos de amor filial.
Se disfruta el instante en que se ofrece y se recibe un abrazo y parecen fugaces o eternos los instantes en que podemos reír o llorar. Se puede ganar o perder, herir o sanar, salvar o destruir una vida en tan solo un instante.
Son instantes únicos y maravillosos los que compartimos con los amigos; es un instante sublime y mágico el beso de amor que se da; son fuerza y alegría los detalles que se renuevan a cada instante; surgen muchos instantes que a diario se nos ofrecen, pero no los vemos y se nos van.
Hay sentimientos que surgen en tan solo un instante, se hacen eternos conservándose nuevos en cada detalle que se puede ofrecer en tan solo un instante; pero hay otros que no logran consolidarse, son efímeros, surgen y se van casi que sin darnos cuenta, se nos escapan en un instante…
Estamos rodeados y sumergidos por muchos instantes en que Dios se nos manifiesta y expresa su amor; son instantes inundados de pequeños y grandes milagros que se convierten únicos y fantásticos, se encuentran escondidos en lo más sencillo y pequeño, en aquello que para descubrirlo no necesitamos tanto tiempo, solo un instante de nuestro tiempo.
Y aún así nos quedamos aferrados a tantas situaciones y condiciones que dejamos pasar; tantos instantes llenos de plenitud.
Fuente: Oasis