Más luego tú me tendiste tu diestra y me dijiste: "¿Puedes darme alguna cosa?" ¡Ah, que ocurrencia la de tu realeza, pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía que hacer, entonces saqué lentamente de mi saco un granito de trigo y te lo di.
Pero que tristeza la mía, cuando al caer la tarde y vaciar mi saco en la arena, encontré un granito de oro en la miseria del montón. Qué amargamente lloré el no haber tenido corazón, para darme todo.
R. Tagore
R. Tagore