Aunque no escribas libros, eres el escrito de tu vida.
Aunque no seas Miguel Ángel,
puedes hacer de tu vida una obra maestra.
Aunque no entiendas de cine, ni de cámaras,
tu existencia puede transformarse en un film primoroso
con Dios de codirector.
Aunque cantes desafinado, tu existencia
puede ser una linda canción que Roberto Carlos admiraría.
Aunque no entiendas de música, tu vida puede ser
una magnífica sinfonía que inspiraría Beethoven.
Aunque no tengas gran cultura puedes cultivar
la sabiduría de la caridad.
Aunque tu trabajo sea humilde,
puedes convertir tu día en oración.
Aunque tengas cuarenta, sesenta o setenta años,
puedes ser joven de espíritu.
Aunque las arrugas ya marquen tu rostro,
vale más tu belleza interior.
Aunque tus pies sangren en los tropiezos
y piedras del camino, tu rostro puede sonreír.
Aunque las lágrimas amargas recorran tu rostro,
tienes un corazón para amar.
Aunque no seas un santo, ni ángel,
en el cielo tienes reservado un lugar.
Todo, todo…depende de ti.
Roque Schneider
¿Qué es una emoción negativa? Una emoción que es tóxica para el cuerpo e interfiere en su equilibrio y su funcionamiento armonioso. El miedo, la ansiedad, la ira, el rencor, la tristeza, el odio o el intenso disgusto, los celos, la envidia; todos ellos perturban el flujo de energía a través del cuerpo, afectan al corazón, al sistema inmunitario, a la digestión, a la producción de hormonas, etc. Hasta la medicina convencional, que todavía sabe muy poco sobre el funcionamiento del ego, está empezando a reconocer la conexión entre los estados emocionales negativos y las enfermedades físicas. Una emoción que daña al cuerpo infecta también a las personas con las que se está en contacto e indirectamente, por un proceso de reacción en cadena, a muchas otras con las que uno no trata nunca. Hay un término genérico para todas las emociones negativas: infelicidad.
Entonces, ¿las emociones positivas tiene el efecto contrario en el cuerpo físico? ¿Refuerzan el sistema inmunitario, vigorizan y sanan el cuerpo? Desde luego que sí, pero es preciso diferenciar entre emociones positivas generadas por el ego y emociones más profundas, que emanan del estado natural de conexión con el Ser.
Las emociones positivas generadas por el ego contienen ya sus contrarias, en las que pueden transformarse rápidamente. Veamos algunos ejemplos: lo que el ego llama amor es sentido de posesión y apego adictivo, que puede transformarse en odio en un segundo. La expectación ante un suceso venidero, que es la sobrevaloración del futuro por el ego, se transforma fácilmente en su contraria – frustración o decepción – cuando el suceso ha terminado o no cumple las expectativas del ego. El elogio y el reconocimiento te hacen sentir vivo y feliz un día; ser criticado o no reconocido te hace sentirte rechazado y desdichado al día siguiente. El placer de una fiesta salvaje se convierte en tristeza y resaca a la mañana siguiente. No hay bueno sin malo, no hay subida sin bajada.
Las emociones generadas por el ego proceden de la identificación de la mente con factores externos que, por supuesto, son todos inestables y pueden cambiar en cualquier momento. Las emociones más profundas no son en realidad emociones, sino estados del Ser. Las emociones existen en el reino de los contrarios. Los estados del Ser pueden estar eclipsados, pero no tienen contrarios. Emanan desde el interior, como el amor, la alegría y la paz que son aspectos de tu auténtica naturaleza.
Eckhart Tolle, El Poder del Ahora