Un barco que está en emergencia pone rumbo hacia un puerto salvador. Una vez arribado el peligro ha pasado. En él vuelve la calma. Su tripulación puede nuevamente sentir suelo firme bajo sus pies. Del mismo modo en nuestra vida, cuando nos hemos alejado mucho del suelo seguro, buscamos el lugar y las personas que nos acojan para con ellos volver a sentirnos en casa y seguros. Con ellos reencontramos la calma. Con ellos arribamos y volvemos a casa. Ellos son nuestro puerto salvador.
Entretanto ustedes ya se han dado cuenta a que puerto salvador me estoy refiriendo. En nuestra vida el lugar más seguro para nosotros fue y es nuestra familia. Cuando en ella hemos crecido lo suficiente y nos sentimos capaces de abandonarla ¿qué hacemos? Buscamos una nueva familia, buscamos una familia propia que fundamos junto a nuestra pareja. O buscamos un sustituto para nuestra familia de origen, otro contacto o una comunidad en la cual de una manera similar a nuestra familia original nos sintamos protegidos y aceptados. Un ejemplo puede ser una comunidad religiosa o un grupo al cual nos comprometemos a servir por muchos años. Por ejemplo, una compañía o también un barco. Del mismo modo que experimentamos a nuestra familia experimentamos al pueblo al que pertenecemos. Es decir nuestra comunidad, también nuestra religión, en la cual fuimos acogidos después de nuestro nacimiento. Por ejemplo, a través del bautismo. También allí encontramos refugio cuando nos sentimos en peligro.
¿Qué significa nuestra familia para nosotros?
En nuestra familia vinimos al mundo. Ella es la base creativa en la cual nosotros divisamos la luz del mundo. En ella fuimos cuidados durante largos años. En ella crecimos hasta llegar a ser independientes. En ella nos volvimos capaces de fundar nuestra propia familia para asimismo traspasar la vida y preparar a la próxima generación para que también ella forme una familia – un nuevo puerto salvador.
Bert Hellinger