miércoles, 17 de abril de 2013

¿Por Qué No Cumplimos Nuestros Propósitos?

¿Cuantas veces nos proponemos hacer algo, un cambio en nuestras vidas, y al cabo de unos días lo olvidamos por completo? El ejemplo más común son los propósitos de año nuevo. Unos de los propósitos más comunes son: bajar de peso, ganar más dinero y conseguir una pareja. Muchas personas se proponen comenzar el año con una nueva actitud y ambiciosas metas para lograr sus propósitos. Tal vez eres una de ellas.

Empiezas el año desbordándote de motivación para hacer lo que se tenga que hacer. Tal vez te inscribiste al gimnasio, te levantas más temprano todos los días para dedicar unos 30 minutos a hacer algo de ejercicio, emprendes estrategias para conseguir nuevos clientes o un mejor trabajo, sales más a lugares para conocer a alguien, te arreglas más. ¿Correcto?

¿Y qué ha pasado otros años? Después de un mes, la mayoría de las personas que se propusieron bajar de peso, ya han abandonado sus rutinas de ejercicio y sus dietas. Los obstáculos que se presentan para tener más clientes aplastan tu motivación y te quedas en tu zona de comodidad, y conocer a alguien se vuelve algo que dejas al destino. Si tú eres de los que se han mantenido firme en sus metas y las has logrado, ¡felicidades! Si no, no te preocupes, eres una de las personas que te dejas llevar por el deseo de hacer algo bueno por ti, pero cuya motivación se va perdiendo en el camino.

¿Por qué sucede esto? La realidad es que cuando decidimos hacer algo, entran en juego dos partes importantes: el pensamiento y las emociones. El pensamiento es el que dice cosas como “ahora si voy a bajar de peso”, “ya no quiero sentirme mal por mi peso”, “ya es hora de hacer algo para tener más dinero”, “voy a salir más para conocer a alguien”, etc… El pensamiento es quien dice qué es lo que quieres hacer. Sin embargo el pensamiento por si sólo no tiene mucha fuerza. Puede tener toda la intención, pero sin las ganas de hacerlo, se queda paralizado.

La motivación viene de la emoción. Cuando decides hacer algo y lo haces, quiere decir que tus pensamientos y tu emoción están en sintonía. Probablemente es lo que te sucedió al hacer tus propósitos. Había una fuerte emoción alrededor de la idea de “ahora si” cumplir tu objetivo. Siempre ayuda el ambiente de año nuevo en el que sentimos que comenzamos una nueva etapa y podemos olvidarnos de los fracasos anteriores.

Pero ¿por qué esa motivación va desapareciendo? ¿Por qué después de unos días, aunque el pensamiento sigue diciendo que quiere lograr una meta, las ganas de hacerlo ya no están? Bueno, sucede que la motivación se termina, si no sabemos alimentarla. Es como inflar una llanta que tiene un pequeño agujero en alguna parte. Si la inflamos sólo una vez, con el tiempo se va a desinflar. Si la estamos inflando constantemente, se mantendrá inflada.

La motivación también se va gastando y escapando, y tenemos que saber cómo volver a inyectarle más entusiasmo a lo que los pensamientos quieren, para mantenernos en el camino con la misma intensidad y energía con la que comenzamos.

Si quieres saber exactamente paso a paso cómo hacer para lograr tu propósito de bajar de peso, de tener mejores ingresos, de conocer a alguien, o simplemente de sentirte mejor contigo mismo, con una motivación que realmente te lleve a lograr tus objetivos, y no lograrlos temporalmente, sino de manera permanente, te invitamos a salir de tu zona de comodidad y hacer el esfuerzo que se requiere sobre todo, para mantener tu motivación en el nivel más alto hasta lograr tus objetivos.

Recuerda que es clave saber cómo mantener la motivación viva, y esa emoción es el motor que te llevará a lograr aquello que te has propuesto.


Fuente: Mi superación personal