domingo, 15 de febrero de 2015

Las críticas son buenas semillas

Cuando tenemos una buena noción de quién y de cómo somos no necesitamos de elogios.

Las críticas siempre son escalones útiles para nuestro ascenso. Es necesario saber usarlas con discernimiento y sacarles el mejor provecho.

Nada sacamos del elogio, a no ser el incentivo para continuar haciendo lo que hacemos. Pero siempre de la misma manera. ¡Nada cambia! ¡Nada crece!

La crítica es todo lo contrario. Al principio nos choca, nos sacude, unas veces de rabia, otras de inseguridad y de miedo. Pone en nuestra boca el sabor amargo de la frustración y de la falta de auto-confianza. Pero eso ocurre cuando somos débiles.

A los fuertes no les impactan negativamente las críticas y las ven como desafíos para volverse mejores. Son poderosas palancas para llevarnos a "actuar de otra manera", para el cambio de ruta, para salir de la rutina y del tedio.

Quien solo se satisface con elogios nunca saldrá del lugar donde se colocó.

Quien confronta las críticas siempre estará en paz con su ego y, aún mejor, con su Alma, que desea la evolución, que aplaude la libertad de cambiar, de saltar de un polo para el otro.

Los elogios son buenas y confortables poltronas. Las críticas son terrenos pedregosos donde caminamos descalzos, pero que nos dan la oportunidad de batallar para alcanzar - un día - lo mejor de nosotros, pues nunca faltan hipócritas para aplaudir incluso lo peor que tengamos.

Observa la crítica con buenos ojos. Es la que puede hacerte salir de la zona de comodidad, levantarte, sacudirte y liberarte del moho del pasado.

Ponte cara a cara contigo mismo. Filtra las críticas y escoge aquellas que pueden - positivamente - ayudarte a reconstruirte.

No existe crítica constructiva. Por mala que nos parezca, cambiando la interpretación, ¡Toda crítica es reconstructiva!

"Confía más en una crítica que en una adulación: los aduladores viven de favores".
Silvia Schmidt

La carreta

Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:

Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí:

Estoy escuchando el ruido de una carreta.

Eso es -dijo mi padre-. Es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?

Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:

"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"

La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas.

Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero.

Y nadie está mas vacío que aquel que está lleno de sí mismo.

Desconozco su autor