miércoles, 25 de diciembre de 2013

Debido a que los pensamientos son cosas, soy responsable por mi vida


Debido a que los pensamientos son cosas, no somos inútiles o incontrolables. La gente, la suerte y las circunstancias no tienen que determinar lo que pensamos. Los pensamientos entran en nuestras mentes por nuestra elección, no por el mandato de otra persona. Las condiciones tampoco pueden determinar lo que pensamos, porque ellas no determinan nuestras reacciones o la experiencia de nuestra vida.

Ahora comprendemos las implicaciones del versículo bíblico que declara: “Señoree (el hombre) en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra” (Génesis 1:26). El dominio de las circunstancias es posible porque se nos ha dado la habilidad de determinar nuestros pensamientos, actitudes y creencias.

Esta comprensión nos trae cara a cara con algo que hemos querido evitar por una gran parte de nuestras vidas: la responsabilidad. Cuando éramos rehenes e indefensos para determinar el curso de nuestras vidas, creíamos que otra gente y las circunstancias eran responsables de nuestra manera de ser y de las situaciones de nuestras vidas. La verdad es: nosotros éramos los responsables.

A menudo esta comprensión es acompañada de un sentido de culpabilidad. Déjalo ir, porque tienes las llaves de la transformación. Si nuestras vidas están en desorden, es verdad que nosotros somos responsables del desorden, pero podemos ser también responsables de nuestras nuevas vidas. El mismo principio, “los pensamientos son cosas”, que nos puso de rodillas pronto nos levantará a nuevas alturas.

Si estás pasando por un tiempo difícil en tu vida, haz una pausa a lo largo del día y veinte veces declara silenciosamente: Soy responsable de este problema, o mi reacción a él, y puedo ser responsable de su solución.

Si éste es un tiempo de paz en tu vida, haz una pausa a lo largo del día y veinte veces declara silenciosamente: Debido a que soy responsable por mi vida y estoy dispuesto(a) a aceptar esta responsabilidad, esta paz nunca tiene que dejarme.

Fuente: Sendero Espiritual