lunes, 13 de mayo de 2013

El valor del desahogo

Werner Erhard dijo una vez que 'lo que no se puede desahogar lo gobierna a uno'. Estoy totalmente de acuerdo. La gente nota las cosas telepáticamente, lo quiera o no, así que ni se te ocurra querer engañar a nadie. Además, el cuerpo  nunca miente. Y si pretendas que mienta, es muy dañino y doloroso para tu cuerpo.

A la gente le da miedo decirse algunas cosas porque cree que a lo mejor hiere a su interlocutor o se hiere a sí misma. Pero mucho más daño te haces si no logras desahogar lo que sea.

En primer lugar, tu cuerpo se resentirá si no te desahogas; en segundo lugar, tu interlocutor se sentirá confuso; y en tercer lugar, tus relaciones se desbaratarán. Al final, acabará descubriéndose la verdad y para entonces la desconfianza y la ira pueden haber aumentado tanto que las relaciones se malogren definitivamente.

Para reafirmar este principio puedes empezar con este pensamiento: 'NO PASA NADA POR DECIR LA VERDAD Y CUANTO MÁS SINCERO SEA ACERCA DE MIS SENTIMIENTOS, MEJOR ME SENTIRÉ Y MEJOR SE SENTIRÁN LOS DEMÁS'.

Sondra Ray

Un sólo propósito, el amor

El recuerdo es un arma de doble filo, cuando recuerdas y deseas vivir de nuevo tus experiencias, le estás abriendo la puerta al dolor.
El querer revivir tu vida demuestra que no has sabido aprovechar lo que la vida te ha regalado… este recuerdo es causa de dolor…
El pasado no se puede revivir y toda nueva experiencia será totalmente diferente, el cambio continuo no te permitirá revivir el pasado, es imposible…
También existe el recuerdo de acciones conscientes, este recuerdo es el producto de haber vivido sin ego, sin ira, sin celos, sin orgullo…
El recuerdo de acciones conscientes es muy raro en la vida del hombre común corriente.
El recuerdo consciente solo es posible cuando has vivido sin interés personal, cuando has vivido para la verdad… cuando has entrado en el camino de la liberación…
Deja tus recuerdos en un contenedor… Allí es donde los recuerdos del hombre pertenecen.
Para la consciencia no hay recuerdo, solo hay experiencias, solo existe el aquí y el ahora…
La consciencia no vive de recuerdos… su alimento es la experiencia y este momento…
Si vives la experiencia, saboréala y continúa tu camino… no mires atrás…
Tu consciencia habrá extraído la riqueza del momento cuando lo has vivido conscientemente.
Si el momento no es vivido conscientemente tendrás muchos recuerdos que te encadenarán al pasado.
Te enredarás en el pensar, en el arrepentimiento, en el rencor, en las memorias, en los tiempos ídos, y muchas más tonterías.
Tu esfuerzo debe ser por eliminar todo pasado, toda historia personal y vivir con las alas de la experiencia.
Esta es la forma de la consciencia, sin huellas, sin historia… Simplemente pura consciencia.
Todos en algún momento de nuestra vida nos detenemos a recordar, eso no es malo… lo malo es vivir de los recuerdos, es decir tratar de mantenernos en pie y de cobrar fuerzas sólo recordando. Es como que el presente ya perdió su valor o no importa y que todo aquello que formó parte de nuestro pasado es mejor.
Los recuerdos alegres o tristes siempre aparecen como flashes en nuestra memoria.
Cuando una persona está deprimida y no encuentra el sentido de su vida empieza a navegar por los mares del recuerdo, se detiene en los instantes más preciados y otras veces en aquellos de dolor. Esos instantes de dolor sumados uno a uno son los que muchas veces aumentan esa depresión.
Recordando no disfrutamos el presente, seguimos viviendo en el pasado y no le damos posibilidad a nuestro ser interior de aprender, de experimentar sensaciones nuevas… nos perdemos el hoy y cerramos las puertas a todo lo nuevo.
Una persona que vive pensando en su pasado minimiza el presente y va perdiendo poco a poco sus ganas de vivir…
Detengamos los recuerdos, naveguemos por ellos de tanto en tanto pero cuando sintamos que nuestro barco se detiene demasiado tiempo allí abandonemos el viaje y volvamos a la orilla del presente, del hoy, de este momento…
Mirar hacia atrás es retroceder… todo lo que sucedió ya forma parte del pasado… Lo que importa ahora es el presente…
Avancemos sin temor…

Vivir armoniosamente

Es importante mostrar respeto por las opiniones ajenas y evitar decir, aunque estemos convencidos, que los demás están equivocados.

Frena tu lengua para que no se desboque; di siempre menos de lo que piensas.

Cultiva una voz baja y persuasiva, la forma como lo dices a veces cuenta más que lo que dices.
Nunca dejes pasar la oportunidad para decir una palabra amable y alentadora.
Elogia el trabajo bien hecho, sin importar quien lo hizo.
Interésate en los demás; en sus ocupaciones, su bienestar, su hogar y su familia.

Haz que todo aquel que encuentres, no importa cuan humilde sea, sienta siempre que tú lo consideras una persona muy importante.
¡¡Sé jovial!!

Oculta tus dolores, tus preocupaciones y tus desengaños bajo una sonrisa animosa, y sincera.

Mantén tu mente abierta respecto a todos los problemas, puedes discutir pero sin disputar.
Deja que tus virtudes hablen por si solas y no menciones los vicios de los demás.
No alientes la murmuración. Debes imponerte la regla de no decir nada sobre otra persona si no es algo bueno.
Ten cuidado con los sentimientos de los demás. Los chistes y bromas a expensas de otros, pocas veces son acertados y pueden herir donde menos esperas.
No pongas atención a comentarios malévolos acerca de ti, simplemente vive de tal modo que nadie los crea.
Los nervios trastornados con frecuencia ocasionan contestaciones mordaces.
No te desesperes por conseguir lo que crees que mereces. Realiza tu trabajo, sé paciente y conserva tu buen carácter.
Considera a las demás personas antes que a ti mismo y serás respetado y recompensado.

Desconozco a su autor

La buena convivencia en diez pasos

1. Trata a los demás como quieres que te traten a ti.
2. Intenta estar siempre dispuesto a sonreír.
3. Procura ser gentil y agradable al hablar.
4. Trata de escuchar atentamente.
5. Procura no discutir, sencillamente opinar.
6. Cuida la puntualidad, sin reprochar a otros.
7. Intenta ser jovial, voluntarioso, dinámico.
8. Guarda para ti tus propias dificultades. En todo caso, confíate a los amigos.
9. Promete sólo cuando creas que puedes cumplir.
10. Pide siempre “por favor” y no olvides de decir “gracias”.

Desconozco a su autor