Cuando se te cierre una puerta, no te dejes llevar por el pánico. Tómate tu tiempo y considera la situación. De ser necesario cambia tu actitud para que se te abran más puertas. Repítete a ti mismo: “Creo en mí”. Es importante considerar cómo te ves a ti mismo porque es un reflejo de cómo te ven los demás. La esperanza es el mejor de todos los remedios. Aférrate a tus sueños. Haz cuanto puedas para realizarlos. Concédete una segunda oportunidad.
Una puerta cerrada debe ser considerada como fuente de nueva fortaleza, nunca como un fracaso. Saca lo mejor de ti, ten confianza, piensa a lo grande. No debes depender de la suerte o de alguien que te saque de la situación en que aquella puerta cerrada te ha colocado. Abre una nueva puerta, ábrela de una patada si es necesario, utilizando tu contratiempo como inspiración para moverte hacia delante y empezar de nuevo. Si es preciso, construye una nueva.
Tú puedes ver un buen potencial en una nueva relación y no siempre debes permitir que los comentarios negativos de la familia o de los amigos influyan en tus sentimientos. A los ojos de tus consejeros, nunca puede haber ninguno lo bastante bueno para ti, que es como tener una puerta cerrada, antes incluso de tener la oportunidad de abrirla. Sal con esa persona y juzga por ti mismo.
La puerta perfecta puede estar frente a ti, pero debes estar preparado para reconocerla. No dejes que el momento preciso pase de largo ante ti. El destino es lo que tú haces de él.
“Cuando una puerta se cierra otra se abre”
Arthur Pine y Julie Houston
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