A un nivel espiritual, en el contexto de nuestras relaciones, aprendemos a amoldarnos a las ideas y personalidades de otros.
La capacidad de amoldarse significa desarrollar aceptación y fluir con los demás, aceptar y trabajar con sus ideas.
Es la base para fomentar la cooperación en las tareas y la armonía en las interacciones.
El poder de acomodar es la habilidad de adaptarse a una persona o situación con la conciencia de generar y obtener beneficio en cada oportunidad.
Si la atmósfera es débil o negativa, el poder de amoldarse no quiere decir que nos influenciemos por tal ambiente sino que aprendamos a activar los recursos internos apropiados para no afectarnos por la negatividad.
La capacidad de amoldarnos y adaptarnos nos fortalece la capacidad de discernir. Accedemos a la sabiduría interna que nos permite percibir con precisión lo que la otra persona o situación requieren.
Por ejemplo, si una persona delante de nosotros se está muriendo de sed y tratamos de darle oro o diamantes, no valorará esto tanto como darle un simple vaso de agua.
El poder de amoldarse necesariamente implica una escucha activa y empática.
El poder de amoldarnos nos otorga la flexibilidad interna necesaria para generar una actitud liviana en los ambientes de tensión y estrés o sometidos a diversas presiones externas.
Aprendemos a no luchar con las situaciones y las personas, sino a adaptarnos sin perder de vista nuestro propósito y objetivo.
Esto revierte en un gran ahorro de energía, tanto mental como física y nos ayudará a mantener el equilibrio interno.
El poder de amoldarse es un signo de nuestro desarrollo espiritual y de que estamos progresando en la disolución de nuestro ego, responsable de las actitudes rígidas, intransigentes y cerradas, que están en la raíz de la mayoría de los conflictos.
Desconozco a su autor
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