Si alguna vez en la intimidad has sentido la necesidad de hacer un cambio en tu vida porque estás insatisfecho, aprovecha este impulso y dirige ese cambio.
Algunas veces la necesidad de cambiar surge de la necesidad de estar llenos y de alejar el vacío.
El vacío es insatisfacción, nace de nuestra incapacidad de vivir con excelencia y nos llena de frustración, que nace de nuestro egoísmo caprichoso.
La plenitud es vivir la excelencia, es estar satisfecho de uno mismo, es saberse el dueño del imperio de uno mismo. Es amarse a sí mismo y consagrarse al servicio de los demás, especialmente a los que tenemos más cerca, padres, hermanos, algún día hijos, familiares, los amigos y aquellos a los que apreciamos, incluso a los extraños.
El cambio es una constante de vida, la vida es un movimiento constante, pero el tiempo y el destino están en nuestras manos, el cambio debe ser dirigido por nuestra propia voluntad.
La dirección que tomemos pude acercarnos ó alejarnos de los demás, si el cambio es bueno, nos acercará, si es malo nos alejará.
Nuestra capacidad de reinventarnos es nuestra capacidad de cambiar, estar más cerca de los demás implica una capacidad de ser deseados a los ojos de las personas; si damos lo mejor de nosotros seremos apreciados y deseados, extrañados y amados, nos habremos reinventado a los ojos de los demás.
Cuando la gente nos acepta es porque somos agradables, positivos, útiles; la gente desea que estemos cerca porque damos soluciones y nuestra presencia irradia satisfacción, ilusión, alegría; porque somos auténticos y nos mostramos como somos, esto nos acerca a los demás.
La prueba de fuego llega cuando vemos hacia adentro de nosotros mismos, cuando nos buscamos a nosotros, ahí dentro debemos buscar los que nos anima, ambición, poder, dinero, placer, nada, vacío la excelencia.
Si dentro de mi he descubierto lo que me anima, entonces he descubierto quien soy yo, porque lo que me anima es lo que yo soy, si lo que me anima es la pasión por ser excelente entonces seré excelente, es la capacidad de ser mejor.
El rumbo de la excelencia está trazado por los valores, la verdad, la bondad, la belleza, la superación personal y el bien común.
La intención de cambiar no es suficiente, el cambio debe pasar del corazón a las manos, para entregar a todos lo mejor de uno mismo, para crear una cultura de excelencia.
Los hábitos de excelencia deben ser adecuados a las necesidades de aquellos con quienes convivimos. En el darnos a los demás está la excelencia, en el hacerlo hasta que duela, para que esté bien hecho, en el servir, en el hacerlo bien, con pasión, con ilusión.
La excelencia es una manera permanente de ser, es hacer las cosas bien, sin errores, con actitud y voluntad de servir.
El liderazgo comienza con nuestro propio convencimiento de que buscamos la excelencia como forma de vida, por el bien que nos otorga a nosotros mismos y los que nos rodean
Si nos convencemos de adoptar la excelencia como forma de vida, con pasión, entonces ya está en nosotros la capacidad de ser líderes.
La perfección no existe, no es propia de los hombres, pero la excelencia y la mejora continua son capacidades a nuestro alcance.
El cambio empieza por nuestras actitudes, pero si cambiamos de actitud nos acercamos al cambio de hábitos. Esta es la clave para ser los líderes.
Fuente: EPYA
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