La empatía es la capacidad de los seres humanos de sentir y compartir los sentimientos y vivencias de otra persona. Es una habilidad para comprender los sentimientos, las necesidades y problemas de los demás. es ponerse en su lugar y saber responder a sus emociones.
Esa habilidad de poder averiguar los sentimientos de la otra persona, entender esas emociones y sus reacciones es lo que distingue a las personas empáticas. No son magos ni adivinos ni tan sólo simpáticos. Son personas que realmente pueden comprender al otro, ponerse en su lugar.
Si no se entienden las emociones que la otra persona muestra hasta identificar el origen del mismo, no seremos capaces de cerrar el círculo empático. La simpatía es un proceso puramente emocional. La empatía involucra las emociones propias; sentimos lo que sienten los demás porque compartimos los mismos sentimientos la razonamos con nuestra propia razón. Incluye perspectivas, pensamientos, deseos o creencias que importamos de quien está sentado ante nosotros.
Una persona que es demasiado empática vive expuesta a una posible saturación de información emocional, dolorosa, puede que intolerable, que los demás simplemente no perciben. Son personas que deben enfrentarse a un gran stress.
Por lo general, prestamos más atención a nuestras propias emociones que a las de los demás, estamos pensando en lo que vamos a decir o intentamos buscar entre nuestras propias experiencias alguna similar a la que nos están contando. Aprender a escuchar significa aprender a enfocar nuestra atención en lo que el otro nos dice, nos cuenta. Tratar de ponerse en su lugar sin buscar en nuestras experiencias. Debemos conectar con el otro no sólo en el lenguaje sino con nuestros gesto, posturas, tono de voz.
Los grandes comunicadores tienen tres características: Claridad en el mensaje que reciben, capacidad para dar la respuesta adecuada en cada situación y agudeza sensorial para advertir las emociones de su interlocutor.
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