viernes, 17 de mayo de 2013

Creo…

Debes creer en ti, porque tu pasado no ha sido años de tiempo perdido, de sacrificios inútiles, sin frutos ni provecho alguno. Esa verdad palpable, tangible, que llevas en tu corazón, no será nunca alterada ni arrancada de ti.

Llevas para siempre impresa en tu alma, la profunda y reconfortante certeza de haber obrado bien y con tus mejores intenciones. Conservas en lo más hondo de tu ser, el rico tesoro que te hará sentir el sentimiento que te va a decir: ¡Misión Cumplida!

Tienes que pensar con grandeza, y decirte:
- Creo en mí, pues de mí ha nacido verdad y vida.
- Confío en mí, porque yo he sido y soy fortaleza.
- No existe amargura ni dolor que consiga atar mi alma libre.
Debes tratar de ignorar el dolor, pues no te dejará ver y sentir las grandezas de tu alma.

Tu vida comienza un nuevo camino cada día, pero no es un sendero de amargura, dolor, y soledad, sino que es un bello camino de esperanza e ilusión, en donde todo está por que lo descubras, y en donde no hay tiempo para que te canses o te abandones.

Ahora, debes levantar tu cabeza y mirar el fulgurante sol que cada mañana madruga para ti.
Y entonces llegará la más maravillosa paz que jamás hayas sentido. Descubrirás nuevas alegrías e ilusiones, y a partir de ese momento sentirás cómo tu corazón y alma se elevan en un aura de gloria, pues tu gozo será tan grande que te hará sentir un nuevo ser. Será como volver a nacer.

Tú sabes que has hecho del amor un reino de entrega y verdad para ti y los demás, pero ahora debes creer en ti, y forjar una fortaleza de paz para tu corazón.
No prives al cielo de tu mirar, levanta tu rostro y permite a los pájaros y los ángeles contemplar la belleza que abunda y reina en ti.

Arráncate el dolor, toma de nuevo tu alegría y siembra de ilusiones una nueva tierra, y verás como la vida agradecerá tu esfuerzo. Nada, hay perdido, todo en ti es victoria, pues cabe mayor triunfo en tu vida.

Todo radica en conjugar siempre este verbo: ¡Creer! y saber que tú eres el vencedor y dueño de tu vida. En tener la convicción de que tú has amado sin medida, (aunque las cosas no hayan salido como lo esperabas). Porque son muy pocos los que aprenden a amar y sienten el amor de verdad.

Ahora debes dejar nacer en ti un nuevo ser, con una nueva luz, y en donde tu “yo” más íntimo es lo más valioso y primordial.

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