Una vez que uno se da cuenta de lo valioso que es
y de cuantas cosas positivas tiene a su favor,
las sonrisas volverán saldrá el sol, sonará la música
y uno podrá finalmente avanzar hacia la vida que Dios le señaló…
con gracia, fuerza, valor y confianza.
Uno de los secretos de la vida más importantes
y siempre nuevo que tuve que aprender, con dolor y lágrimas,
es que uno no puede comenzar a dar un cambio total
en una existencia desesperadamente lastimada
y derrotada ni dar un salto para salirse de la triste rutina
que su empleo y su carrera significan,
ni dejar atrás ese callejón sin salida de lo económico
que parece haberlo condenado al fracaso y a una baja autoestima,
a menos que uno aprecie las cosas buenas que ya posee.
¿Cosas buenas? ¿Se ríe usted? ¡Vaya sonrisa triste!
¿Está tratando de decirme algo?
¿Dice usted que tiene un cajón lleno de cuentas?
¿Que tal vez su hija mayor se está preparando
para ingresar en la universidad
y que usted no tiene ánimo par decirle que no puede ir?
¿Que se ha atrasado dos meses en el pago de las mensualidades
de su automóvil y que su empleo no parece muy seguro que digamos?
¿Cuáles cosas buenas, piensa usted?
Lo invito a permanecer conmigo ahora,
mientras le ayudo a considerar algunas de sus cosas positivas
en este preciso momento en que usted sigue sentado allí
sintiendo lástima por usted mismo.
Hagamos una nueva lista e intentemos asignar un valor monetario
sólo a unas cuantas de las cosas buenas que hay en su vida,
amigo lector, para que pueda darse cuenta
de lo rico que es usted realmente
y de cuántas cosas buenas tiene en su favor,
aunque haya olvidado esto en su lucha diaria por sobrevivir.
¿Cuánto vale vivir en este gran país?
Responda usted, lo reto a que le ponga precio a eso.
¿En dónde preferiría vivir?
¿Cuánto vale ser empleado de la buena compañía
en la que trabaja si esta mañana usted
estuviera de pie en una fila de desempleados?
¿Cuánto vale su carrera si se da cuenta
de que probablemente el 95 por ciento
de la población mundial gustosamente daría diez años de su vida,
o más por tener la oportunidad que tiene?
¿Cuanto vale su libertad?
¿Y que tal con sus seres queridos y los que aman a usted?
¿Cuánto pediría por ellos? ¿Por los ojos?
¿Aceptaría un millón de dólares por sus ojos?
¿Y en el caso de las manos y los pies?
¿Cinco millones? ¿Diez?
Es usted realmente un ejemplar muy preciado,
¿verdad? En el caso de una confrontación definitiva probablemente
usted no cambiaría lo que tiene
en este preciso momento por todo el oro de Fort Knox,
¿no es verdad? Y con tantas cosas buenas a su favor,
dígame, por favor,
¿por qué anda por allí sintiéndose triste, golpeado, derrotado y rechazado?
¿Por qué?
¡Ya basta! Hay una mejor manera de vivir para usted y empieza hoy…
Og Mandino
De “Una mejor manera de vivir”
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