Cuando decimos que alguien es inhumano, no sólo le quitamos la oportunidad de arrepentirse y cambiar.
También lo exoneramos de su responsabilidad moral y olvidamos que todos somos frágiles, fallamos.
Todos somos capaces de actos de crueldad pero también somos capaces de ofrecer un perdón infinito.
Recuerdo el caso de alguien que fue torturado en tiempos del Apartheid y me dijo al salir de prisión:
“El confinamiento y los maltratos fueron terribles pero he perdonado para no seguir preso del odio y la amargura”.
Pido a Dios que este mensaje testimonial del obispo sudafricano Desmond Tutu toque muchos corazones.
Sólo a través del perdón puede llegar la paz; un perdón que va de la mano de la justicia y la reparación.
Fuente: EPYA
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